Citando…

De cómo Naia creó la Luna Naia miró todo cuanto había creado y vio que podría estar mucho mejor. Cierto, había creado muchas cosas hermosas: las mariposas, las flores y la hierba. Pero había otras que no le habían salido tan logradas: las malas hierbas, los cerdos, las garrapatas. No obstante, dado que no era demasiado propensa a la tristeza, a la diosa vaca le satisfizo su creación. ¿Qué otra cosa se podía esperar después de tan sólo seis días de trabajo? De repente se hizo la noche. La diosa miró la negrura del cielo y advirtió que no veía nada. Todavía no había creado las estrellas y la Luna. Las criaturas que poblaban la nueva tierra de Naia se quejaban amargamente de la oscuridad. Las mariposas tanto como los cerdos, las aves cantoras tanto como las nutrias. Los únicos que se alegraban eran los murciélagos, ya que en la oscuridad podían tomarles el pelo alegremente a los otros animales. Para desterrar la oscuridad, Naia se ordeñó a sí misma y con su leche hizo un queso enorme que lanzó con todas sus fuerzas al cielo. Y a partir de ese instante la Luna brilló en el firmamento y bañó la tierra con su luz. Todas las criaturas celebraron que ahora pudiera verse por la noche, salvo los murciélagos. Con el objeto de deparar más alegría aún a sus criaturas, la diosa vaca lanzó unas gotitas de su pipí al cielo, y a partir de ese instante junto a la Luna también relucieron las estrellas más bellas. Naia miró expectante a sus criaturas, a las que sin duda satisfarían las estrellas tanto como la Luna. Sin embargo, sus criaturas se limitaron a mirar con fijeza a la diosa. Finalmente una lombriz de tierra se aclaró la garganta y dijo: «Lo del pipí ha sido un poco asqueroso.» Y los demás animales se apresuraron a darle la razón. Ésa fue la primera vez que Naia barruntó que no lo tendría tan fácil con sus criaturas.

tienes que aprender a disfrutar el momento. De lo contrario, pasa.

nadie que fuese desconfiado en el amor era feliz.

—Cuando uno sólo busca lo mejor, no disfruta de lo bueno que tiene.

—No puedes acudir siempre a Naia para protestar por todo. —¿Por qué no? —Porque cada cual es responsable de su propia felicidad.

En ese momento comprendí de una vez por todas que la felicidad representaba algo distinto para cada uno de nosotros

¡Muuu!
David Safier

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