Citando… Especial Saga Juegos del Hambre

Quiero hacer algo ahora mismo, aquí mismo, algo que los avergüence, que los haga responsables, que les demuestre que da igual lo que hagan o lo que nos obliguen a hacer, porque siempre habrá una parte de cada uno de nosotros que no será suya. Tienen que saber que Rue era algo más que una pieza de sus juegos, igual que yo misma.


Si puedo dejar claro que sigo desafiando al Capitolio hasta el final, el Capitolio me habrá matado..., pero no habrá acabado con mi espíritu. ¿Qué mejor forma de dar esperanza a los rebeldes?


- ¡El fuego se propaga! -grito, decidida a que oiga todas y cada una de mis palabras-. ¡Y si nosotros ardemos, tú arderás con nosotros!

Algo pequeño y silencioso, como cuando enciendes una cerilla, se enciende en la oscuridad de mi interior: éste es el tipo de futuro que podríamos conseguir con una rebelión.

Veneno, el arma perfecta para una serpiente.

Agente, rebelde, ciudadano, ¿quién sabe? Todo lo que se mueve es un blanco.

Llevo atrapada días, años, quizá siglos. Muerta, pero sin morir del todo. Viva, pero como si estuviera muerta. Tan sola que cualquier persona, cualquier cosa, por desagradable que sea, sería bien recibida.

Katniss Everdeen, la chica en llamas. No me importaría mucho de no ser porque ver mi cuerpo me recuerda el dolor y la razón del dolor.

Gale se me acerca por detrás y examinamos nuestros reflejos. Yo busco algo a lo que aferrarme, algún rastro de la chica y el chico que se conocieron por casualidad en el bosque hace cinco años y se hicieron inseparables. Me pregunto qué les habría pasado si los Juegos del Hambre no se hubieran llevado a la chica, si ella se hubiera enamorado del chico, e incluso casado con él. Y si, en algún momento del futuro, una vez criados los hermanos y hermanas, hubiera huido con él al bosque y dejado el 12 atrás para siempre. ¿Habrían sido felices entre los árboles? ¿O también habría surgido entre ellos esta triste oscuridad sin la ayuda del Capitolio?

Creo que Peeta dio con la tecla al comentar que nos destruyéramos entre nosotros para dejar que otra especie más decente ocupara nuestro lugar. Porque algo falla estrepitosamente en unas criaturas capaces de sacrificar a sus hijos para zanjar sus diferencias. Da igual cómo se justifique.

La noche que vuelvo a sentir el hambre que se apoderó de mí en la playa sé que esto habría pasado de todos modos, que lo que necesito para sobrevivir no es el fuego de Gale, alimentado con rabia y odio. De eso tengo yo de sobra. Lo que necesito es el diente de león en primavera, el brillante color amarillo que significa renacimiento y no destrucción. La promesa de que la vida puede continuar por dolorosas que sean nuestras pérdidas, que puede volver a ser buena. Y eso sólo puede dármelo Peeta.

SAGA Los Juegos del Hambre
Suzanne Collins

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